miércoles, 8 de junio de 2011

Batalla de Vilanova de la Barca. Acción diversiva. Agosto de 1938.

TEXTO REVISADO EL 25 DE AGOSTO DE 2011.

El siguiente texto está, en su mayor parte, basado en el capítulo dedicado a esta acción de guerra en el libro "La batalla del Segre", de Lluís Mezquida, publicado por la Diputación de Tarragona en 1972.

El 9 de agosto del 38, ante la fuerte presión nacional en el frente del Ebro, el mando republicano decide llevar a cabo una acción ofensiva en el frente del Segre como maniobra diversiva. El lugar escogido es Vilanova de la Barca, una localidad a escasos 15 quilómetros de la ciudad de Lleida.

De madrugada, se concentran junto al río Segre, en la confluencia de éste con el río Riucorb, las fuerzas republicanas. Existe cierta confusión sobre las unidades que participaron en esta acción, y el tema merece un capítulo aparte: si bien Lluís Mezquida pone a la vanguardia en su relato a la 130 Brigada Mixta de Carabineros, parece confirmado que no es posible que esta unidad estuviera en ese punto del frente del Segre en ese momento, con lo cual es probablemente un error del autor. La 94 brigada de Infantería de Marina, mencionada también por Mezquida, sí pudo haber participado en esta acción, pues en su estudio sobre las Brigadas Mixtas republicanas, Carlos Engel relaciona a esta unidad con esta operación. Tanto Engel como Mezquida situan también a la 143 Brigada Mixta y a la 145. El estudioso local Jordi Verdú, sin embargo, a partir de sus investigaciones con documentos del comisariado republicano, en el archivo de Ávila, situa como unidades de vanguardia a la 3ª Brigada Mixta y a la 179 Brigada Mixta. Carlos Engel confirma la participación de ambas unidades, además de la 145. También parece incuestionable la participación de la 153 Brigada Mixta, que relevó a la 3ª al quinto dío de ofensiva. También se movilizó a la 135, 131 y la 146, según Jordi Verdú, que permanecieron en la reserva. Por último, hay que mencionar la 38 Brigada Mixta, pues el camillero Baldomer Gràcia, perteneciente a esta unidad, relata en sus memorias su intervención en esta batalla, aunque sin llegar nunca a cruzar el río, por lo que cabe pensar que esta brigada solo actuó en tareas de apoyo. La información más reciente es la que aporta Jordi Verdú, con lo que partiremos de la base de que las unidades que mayor protagonismo tienen en la batalla son la 3ª, la 179, la 153, la 145 Brigadas Mixtas, y añadiremos a su aportación la 143, pues Carlos Engel la menciona también, y Lluís Mezquida la documenta con testigos.

Cruzan el río batallones de la 3ª y la 179 Brigada Mixta sin obtener demasiada resistencia. Las fuerzas nacionales son escasas, y se ven sorprendidas por el ataque. Cruzan más batallones con el objeto de ensanchar y asegurar una cabeza de puente, a la vez que las compañías de Pontoneros inician el tendido de pasarelas, así como un puente para el traslado de carros de combate. Al amanecer, la 3ª, la 179 y una parte de la 145 han cruzado el río, esta última solo parcialmente, ya que los nacionales provocan una crecida del Segre para abortar el ataque que interrumpe el movimiento de tropas. Antes ha pasado también una compañía de tanques T-26 rusos. Posiblemente, según Mezquida, cruza también la 143 Brigada Mixta. Con esas fuerzas se consigue asegurar una cabeza de puente de reducidad dimensiones, lo que se conoce como una "lenteja".

Los nacionales, alertados, abren las compuertas de las presas de Camarasa y Tremp provocando una fuerte crecida del río. Esto detiene el paso de nuevas tropas. La siguiente respuesta nacional es el bombardeo de la zona, que termina por destruir casi por completo el pueblo de Vilanova de la Barca, en la inmediata retaguardia republicana. Al mismo tiempo se ametralla desde el aire las fuerzas republicanas situadas en la cabeza de puente.

Las fuerzas republicanas, bien equipadas y motivadas, sufrieron un severo e inesperado contratiempo. Según afirma Jordi Verdú, las unidades concentradas en la cabeza de puente se quedaron practicamente sin mandos, pues por diversas circunstancias, los comandantes de la mayor parte de ellas, no lograron cruzar el río. Ese contratiempo supondría un grave obstáculo para una operación bien diseñada y con fuerzas suficientes para lograr su objetivo, que, a la postre, no era otro que tomar la localidad de Castelló de Farfanya, a unos 15 quilómetros de río, con lo que se hubieran cortado las comunicaciones nacionales por carretera entre Lleida y Balaguer. La operación era viable dado que los nacionales, según apunta Verdú, no tenían tropas en profundidad, y la concentración de fuerzas republicanas era considerable.

A pesar de los contratiempos, los republicanos se afianzan en el terreno conquistado, y las fuerzas rebeldes de la 54 división, se retiran a posiciones de resistencia.

La acción republicana se deja sentir en todo el sector en la retaguardia nacional. Cunde el temor, especialmente en la ciudad de Lleida de que los combates se generalicen, y se inician los planes para evacuar de civiles la ciudad, que quedan en suspenso cuando se detiene el avance republicano en Torrelameu, aunque se mantienen en fase de máxima alerta. El mando ordena reforzar todas las líneas nacionales. 

La noche del día 10 al 11 de agosto, tienen lugar los primeros contraataques nacionales, que consiguen destruir varios tanques T-26. La ofensiva queda agotada y se estabiliza. A partir de entonces son los nacionales los que llevarán la iniciativa, encargándose a la 54 división la tarea de recuperar la cabeza de puente.

Los combates que tienen lugar los siguientes días son de gran dureza, en atención a los partes de guerra de ambos bandos, teniendo lugar constantes ataques y contraataques en las huertas de Vilanova y Torrelameu, una zona completamente llana. Un comunicado nacional, del día doce, especifica la captura de 200 prisioneros republicanos, así como el entierro de 400 cadáveres enemigos. El día 13, un comunicado republicano, hace referencia a un severo ataque nacional rechazado causando gran cantidad de bajas al enemigo. 

La actividad aérea de los nacionales es constante, y reduce a escombros la localidad de Vilanova. Según La Vanguardia del 14 de agosto, los sucesivos ataques destruyen el 80% del caserío habitado. (De hecho, esta localidad fue proyectada de nuevo y reconstruida por completo al terminar la guerra)

Los combates se suceden. El día 14, según el Ministerio de Defensa republicano, un ataque nacional es rechazado causando más de 300 bajas al enemigo, entre los muertos hay un comandante (el jefe del Tercio de Nuestra Señora de Valvanera) y dos tenientes. Ese día, según Jordi Verdú, la 3ª Brigada Mixta, muy diezmada, es substituida por la 153. El día 15 sigue la misma tónica de ataques nacionales. Las bajas en ambos bandos no dejan de aumentar. Son estos dos días, probablemente, los más duros para los rebeldes. Sin embargo, poco a poco, los nacionales consiguen recuperar terreno en la cabeza de puente. En ese momento, la acción de los republicanos parece ya un fracaso, y se decide mantener la resistencia con un objetivo puramente logistico: evitar la pérdida de toda una compañía de tanques T-26, un armamento inestimable para los intereses republicanos, pero que terminaría por costar la vida a centenares de soldados.

A partir del día 17 son los republicanos los que reciben mayor castigo. Un comunicado de ese día habla de severa derrota para los republicanos. Se destruyen varios tanques y detalla el entierro de al menos 278 cadáveres enemigos. Se hacen también gran número de prisioneros.
Ese mismo día, se inicia la retirada republicana. Las brigadas que estaban en vanguardia, ya muy castigadas después de 8 días de combates constantes, retroceden bajo continuo fuego de artillería y bombardeos y ametrallamientos aéreos. Ante la evidente retirada, se sitúa a la 135 Brigada Mixta al otro lado del río en previsión de un intento de cruzarlo por parte nacional y como cobertura para las tropas en retroceso. La ofensiva republicana termina el día 18, tras nueve dramáticas jornadas. Según el parte nacional, del día 19, "quedó completamente limpia de enemigos la orilla derecha".

La retirada republicana fue trágica en algunos momentos, pues con el dominio de las presas del norte, los rebeldes producen avenidas de agua para dificultar el paso del río. La avenida del día 19 se lleva decenas de cadáveres insepultos, y causa numerosas bajas por ahogamiento. Además, centenares de soldados republicanos se quedan atrapados por la crecida y son acribillados por los nacionales. Ocho días después de la ofensiva, un parte nacional, relata: "a las enormes bajas sufridas por el enemigo, hay que sumar 411 cadáveres, contados a su paso por Lérida, que fueron arrastrados por las aguas del río".

Como colofón trágico-cómico a tan mortal y estéril acción, se produjeron durante los siguientes días, varios intentos republicanos por recuperar algunos carros de combate T-26, que habían quedado abandonados en el cauce del río Segre. Se tendían durante la noche cables para remolcar los tanques hacia el margen izquierdo. La 143 brigada fue, según Mezquida, la encargada. Cada intento desataba fuertes tiroteos entre ambas orillas del río. Finalmente, se desistió sin lograr ningún resultado, dado el elevado número de bajas que ocasionaba.

No hay una contabilidad fiable del número de bajas en cada ejercito. Sin embargo, valga como referencia de la extrema dureza de esta acción, un dato que aporta Lluís Mezquida con testigos del Hospital de Arbeca: de la 143 Brigada Mixta, quedaron únicamente 143 combatientes.

La delgada línea roja

Estados Unidos, 1998
Escrita y dirigida por Terrence Malick, a partir de la novela de James Jones
Sean Penn, James Caviezel, Nick Nolte, Elias Koteas, Ben Chaplin, Dash Mihok, John Cusack, Adrien Brody, John C. Reilly, Woody Harrelson, Miranda Otto, Jared Leto, Will Wallace, John Dee Smith, John Travolta, George Clooney, Nick Stahl, Thomas Jane, John Savage, Kirk Acevedo, Tim Blake Nelson, Larry Romano, Penelope Allen, Simon Billig, Mark Boone Junior, Don Harvey, Norman Patrick Brown, Arie Verveen, Jarrod Dean, Matt Doran, Travis Fine, Paul Gleeson, Danny Hoch, Robert Roy Hofmo, Don Harvey, Michael McGrady.
La inmortalidad
El viento sopla, las hojas se mecen, los pájaros cantan, y los hombres se matan. ¿El sinsentido de la guerra? ¿O quizás simplemente su condición de hecho efímero, como todos los otros hechos que ocurren en el mundo? La guerra llega, ocurre, y luego pasa, y los que mueren desaparecen. Y los nativos seguirán pescando bajo el agua, y criando a sus hijos, y cazando en los bosques subtropicales. Y el viento seguirá meciendo las hojas y los pájaros seguirán cantando en los árboles.

Todo es efimero, excepto, posiblemente, una cosa: el arte. Los cuadros de Goya, la música de Bach, las obras de Sófocles, y con ellas, se inmortaliza a los hombres. "La delgada línea roja" es una obra de hechos efímeros, de pensamientos fugaces que quieren ser inmortales. La guerra es mala, o no, vete a saber. Pero la guerra es un todo gigantesco hecho de muchos miles o millones de células, hombres que la viven como un acontecimiento individual: yo contra el que tengo delante, yo contra ese nido de ametralladoras, yo con las vísceras desparramadas intentando sobrevivir, yo helado a un minuto de morir, yo con los árboles centenarios y los pájaros, mientras silban las balas a mi alrededor...

Esta película sitúa cada cosa en su sitio. La guerra, que pasará, ocurriendo en un soporte eterno que permanece inmutable. Los hombres que la forman, que libran su propia guerra interior. Y el cine, el arte, que de efímeros, de agonizantes, los convierte a todos ellos en inmortales.