jueves, 23 de marzo de 2017

CRITICA DE CINE: TONI ERDMANN

TONI ERDMANN (Alemania, 2016)

Directora: Maren Ade
Peter Simonischek, Sandra Hüller, Lucy Russell, Trystan Pütter, Thomas Loibl, Hadewych Minis, Vlad Ivanov, Ingrid Bisu, John Keogh, Ingo Wimmer

Puntuación: 8

LOS MOMENTOS VIVIDOS

Primero una advertencia muy seria: no vean esta película doblada! Alguien tuvo la brillante idea de doblar al castellano tanto los diálogos en aleman como los rumanos. Con ello personajes que no se entienden porque hablan diferentes idiomas, parecen tontos en español. ¿Cómo es posible que se haya tomado tal decisión? Se carga mil matices y equívocos. Un despropósito que aumenta en lo reprochable por tratarse de un acto doloso.

La película tiene en su conjunto un enfoque sorprendente, trasladando al espectador a rincones a priori poco cinematográficos. Sin embargo tal descaro, al que se une la orquesta entera, consigue afianzarse como estilo narrativo y como planteamiento en la exposición de las situaciones y de los personajes. No deja de ser el influjo de un personaje que parece improvisar dentro de la propia improvisación, y que tira de la historia para llevarla a un extremo en que se solapan el drama y la comedia de un modo en que lo cómico se torna dramático, y lo dramático termina en la comedia. Ello porque nunca nada se expone hasta el final, avanza y retrocede el tono con una intención que parece querer alejar al espectador de los giros convencionales y de la composición convencional de las escenas, acaso para ir más allá, para sugerir una mayor profundidad en las acciones y restar parte de la rotundidad que en apariencia se espera que deberían mostrar. Todo es más ambiguo, más real y cercano, más raro, porque la vida es rara. Para quien suscribe, ello es una aproximación interesantisima a la humanidad de los personajes, y a la de cualquier individuo de a pie, porque no siempre lo que hacemos en la vida real tiene sentido, o dicho de otra forma, la mayoría de nuestros actos no son cinematograficamente aprovechables. Acercarse a ese terreno es arriesgado y valiente, y en mi caso favorece la empatía con todo en la película.

Hablar de entretenimiento, será muy subjetivo. Puede ser que muchos espectadores se aburran en determinados momentos. No fue este mi caso, siempre hay un impulso que conduce a rincones distintos, a situaciones potencialmente atractivas, si no por su comicidad, por la expectativa cómica o dramática que despiertan. Es una película de expectativas, muchas veces irresueltas pero que van dejando un sustrato en el avance de la narración y que son siempre generadoras de suspense. Todo ello viene configurado por esa improvisación en el seno de la propia improvisación, por esa humanización que aparece cuando lo que en una película se supone que debe quedar redondo de acuerdo con los códigos cinematográficos al uso, toma aquí una sorprendente forma irregular. Luego, el poso queda para dar sentido pleno a todo el conjunto, para llevarnos del desconcierto permanente a una idea tangible, bella y emocionante.

Tanto es así que, cuando termina la película, el espectador trata de recordar cada escena, para fijar en la memoria los momentos vividos. Acaso también de su propia vida.

CRITICA: LA PRÓXIMA PIEL / LA PROPERA PELL

LA PRÓXIMA PIEL / LA PROPERA PELL ( Catalunya, 2016) 

Isaki Lacuesta, Isa Campo
Àlex Monner, Emma Suárez, Sergi López, Bruno Todeschini, Igor Szpakowski, Mikel Iglesias, Greta Fernández, David Arribas, Pablo Rosset, Guillem Jorba

Puntuación: 5

COMPLICES

Hay un estilo muy arraigado entre algunos cineastas españoles de prestigio (los serios, vamos) que combina con generosidad el impacto visual con un lenguaje narrativo críptico. Siempre me ha parecido una técnica cinematográfica artificial y tramposa, de la que se echa mano cuando no hay habilidades para enfrentar de cara y con franqueza una historia y lo que subyace en ella. Quien pierde es la honestidad al contar la historia. 

Esta corriente estilística es genuinamente española, y debo decir que en general la crítica y el público la celebran. Yo soy prácticamente el único que parece darse cuenta de que nos toman el pelo. Andaré equivocado sin duda. Así que, para los que ya se os está torciendo el gesto, este es un buen momento para dejar de leer.

"La próxima piel" es un ejemplo notable de lo explicado. Debo decir que las interpretaciones son buenas, y sostienen la película. También hay un saber hacer visual que enfría la película lo suficiente para generar las inquietudes propias de la tragedia rural montañera. Aunque, en este punto, uno no deja de pensar que esta película tenía enormes posibilidades visuales que no se han aprovechado. 

Dicho ésto, vamos al grano. No me gusta que me tomen el pelo. En el cine lo toleramos si nos lo toman bien tomado, si vemos que nos han manipulado a gusto para luego darnos el susto. Olé! Pero lo que no aguanto (empeora con los años), es que no sepa lo que me están haciendo, y que se disfrace luego esa incapacidad de una supuesta y elitista ambiguedad, de personajes complejos y atormentados. Son guiones tramposos hechos en una pizarra, cogidos con pinzas y alfileres. En mi opinión hay demasiadas obras de marquetería guionística y pocos guiones que tengan la valentía de dejarse conducir por los personajes, que es la única manera de alcanzar el propósito de construir una película verdaderamente honesta. Hay tantas sutilezas (tantas pinzas) en el guión de "La próxima piel" (sutilezas de escaso nivel creativo, por cierto), sutilezas que solo hacen que fastidiar a los personajes (y a los actores que deben encarnarlos) en lugar de enriquecerlos, que trasladadas a la pantalla sumen al espectador en la desorientación. Lo más fácil es darle un aire críptico a la historia, llenarla de zonas oscuras y de enojosas (para mí) elepsis, de mensajes contradictorios, azotado todo ello por el viento y la nieve. Y luego, soltarse con escenas de alta carga emocional, impacto puro, en muchas ocasiones desconcertantes ya que, lo cierto, es que desconocemos los que sienten los personajes y desconocemos porque reaccionan así. No hay complicidad entre la película y el espectador. Jamás en esta película he tenido la sensación de que sabía lo que sentían los personajes principales. Y eso es básico en el cine. Si no se consigue eso, el espectador se pierde, se desorienta. Y eso no es ambiguidad, la película te confunde incluso respecto a eso, te confunde respecto al enigma que debe ser toda historia. 

Debo hacer mención especial de un aspecto de la película. Se introduce un ingrediente muy celebrado: la crónica costumbrista adolescente. El lenguaje de botellón, los pedos bajo un puente, el toqueteo cachondo flirteando con un polvo a tres bandas y otras transgresiones. Es un retrato bien compuesto, sin duda. La pregunta está en cuál es su utilidad. A dónde lleva y de dónde viene. En esta película hay demasiadas cosas que parece que marean la perdiz, pero le falta abalanzarse con un par de huevos sobre lo que de verdad importa o debería importar. Una vez más, lo superficial, el impacto, sustituye el drama. Pero nos engañan para que creamos que no es así. 

Le pongo un cinco, y me siento generoso al hacerlo. El conjunto tiene unidad cromática, vale, hay escenas que seguramente veremos repetidas alguna vez, hay algun momento intenso, angustioso, los actores hacen un gran esfuerzo. Pero los personajes son unos extraños para mí, cualquiera que sea su resgistro cinematográfico, en cualquier estadio de la necesaria e inevitable complicidad que debe generar cualquier película para funcionar. En esta película no hay cómplices, sino encubridores.

EL VIAJANTE. CRITICA DE CINE

EL VIAJANTE (IRAN, 2016) 
Director: Asghar Farhadi
Shahab Hosseini, Taraneh Alidoosti, Babak Karimi, Mina Sadati

Puntuación: 8

CAMINOS PARALELOS

La exposición narrativa de los hechos parece la lectura de un asunto judicial. La obligada elección, en la edición, del transcurso de unas semanas en la vida de una pareja de Teheran es tan atinada que parece que no nos perdemos nada de su día a día, de los estados de humor que tienen, de como afrontan los compartimentos de su vida, con lo que la aproximación a los personajes es de gran amplitud, caracterizándolos en toda su complejidad a medida que avanza la acción. El aspecto realista de la narración, no impide una presentación más cinematográfica, por cuanto incorpora elementos de sugestión que sin dejar de tener aspecto realista, en la intersección, amplifican el drama y le añaden profundidad. Me refiero a la metafórica introducción de "Muerte de un viajante", la obra de teatro en la que participan los protagonistas. No lo sabemos al principio, pero lo comprenderemos más tarde. A medida que avanza la historia de la pareja protagonista, vemos sin saberlo la vida de su antagonista, por eso es tan poderoso el tramo final, filmado como una obra de teatro en un espacio agrietado, vacío, indeterminado. La vida de todos se vuelve agrietada e indeterminada. Una imagen puede ser un poderoso impulso evocador para el espectador. ¿Quién no se ha mudado de apartamento y ha estado unos minutos en la que fuera su casa, ya vacía, antes de cerrar para siempre? A todo lo dicho, se añade ese factor contexto como un elemento cinematográfico más. 
Debo pararme aquí, porque el tramo final de esta película es lo mejor en términos cinematográficos que he visto en muchos años. Un apartamento desmantelado. Una coreografía entre cámara y personajes tan ajustada al curso de la narración, al curso de la evolución de los personajes, en un contexto evocador, que conduce al éxtasis narrativo y emocional: tiene el encaje de aquellos guiones increíbles de Billy Wilder y IAL Diamond, tiene la potencia visual de Orson Welles, la presencia teatral de Tennesse Williams o Arthur Miller, y la fuerza psicológica de Stanley Kubrick o Rossellini. No es broma. 
Estructuralmente la película es impecable, y en esa estructura, ciertamente rígida, como exige el tono realista, el director iraní consigue introducir un camino paralelo para cuajar una película compleja e inquietante, hasta alcanzar un aire de thriller muy cercano, sometido al drama cotidiano. Y el camino que sigue es puramente cinematográfico, puro lenguaje visual sin traicionar el tono realista. 
Un hombre tumbado en unas escaleras. Una mujer que camina llorosa por la calle en la noche, con las luces de una ambulancia detrás, en un barrio apuntalado. Realismo que trasciende lo real, como la vida misma, donde avanzan paralelos hechos y lo que se deriva de ellos en el alma de los que los protagonizan. Llegar a esa conjunción está al alcance de muy pocos en el cine.